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Acto I
Nápoles, una mañana temprano de finales del siglo XVIII. Dos jóvenes oficiales, Ferrando y Guglielmo, presumen de la belleza y virtud de sus amadas, las hermanas Dorabella y Fiordiligi ("La mia Dorabella"). Don Alfonso, un señor mayor amigo de los dos soldados, insiste en que la constancia de las mujeres es como el fénix árabe: todos dicen que existe pero nadie la ha visto ("È la fede delle femmine"). Y se apuesta con ellos cien cequíes a que si le conceden un día y hacen lo que él les pide, demostrará que las hermanas son como todas las mujeres: volubles. Los dos jóvenes aceptan de buen grado las condiciones de Alfonso y se deleitan imaginando cómo se gastarán las ganancias de la apuesta ("Una bella serenata").
Fiordiligi y Dorabella contemplan felizmente los retratos en miniatura de Guglielmo y Ferrando ("Ah, guarda sorella") y se imaginan alegremente que pronto estarán casadas. El plan de Alfonso empieza cuando llega con una noticia terrible: los jóvenes soldados tienen que partir para unirse a su regimiento. Aparecen los dos hombres, aparentemente afligidos, y se despiden efusivamente ("Sento, o dio"). Los soldados se marchan y las dos mujeres y Alfonso les desean un buen viaje ("Soave sia il vento"). Alfonso está encantado con su plan y está convencido de que va a ganar la apuesta.
Mientras Despina, la doncella de las muchachas, se queja de lo mucho que debe trabajar, irrumpen en la habitación Fiordiligi y Dorabella, consternadas por la partida de sus prometidos. Dorabella le confiesa sus sentimientos ("Smanie implacabili"), pero el consejo de Despina es que se olviden de sus antiguos amantes reemplazándolos con unos nuevos. Todos los hombres son variables, les dice, y no son dignos de la fidelidad de una mujer ("In uomini, in soldati"). Las hermanas resienten la actitud de Despina y se marchan. Alfonso llega para urdir el siguiente paso de su trama: convence a Despina para que le ayude a presentar a las jóvenes a dos exóticos visitantes, que son en realidad Ferrando y Guglielmo disfrazados. Alfonso se tranquiliza cuando Despina no los reconoce. Las hermanas se escandalizan al descubrir la presencia de unos desconocidos en su casa. Siguiendo el plan de Alfonso, los visitantes expresan su admiración por las señoras, cada uno cortejando a la prometida del otro, pero las chicas los rechazan. Fiordiligi compara su fidelidad a una roca en una tormenta ("Come scoglio"). Los hombres confían en que van a ganar la apuesta, pero Alfonso les recuerda que aún queda mucho día por delante. Ferrando reitera su pasión por Dorabella ("Un'aura amorosa"), y los dos hombres se marchan a la espera de nuevas órdenes de Alfonso. Despina, que sigue desconociendo la identidad de los hombres, planea la tarde con Alfonso.
Mientras las hermanas lamentan la ausencia de sus amantes, los dos “extranjeros” entran tambaleándose, fingiendo haberse envenenado al ser rechazados por las muchachas. Las hermanas llaman a Despina y esta las insta a cuidar de los hombres mientras ella y Alfonso van en busca de un médico. Despina vuelve a entrar disfrazada de médico y, con un imán especial, finge extraerles el veneno. Pide entonces a las jóvenes que cuiden de ellos mientras se recuperan. Los hombres reviven ("Dove son?"), y les piden un beso. Fiordiligi y Dorabella vacilan ante nuevas declaraciones de amor y ellos empiezan a preocuparse.
Acto II
Por la tarde, Despina insta a sus señoras a dejar de ser tan testarudas y les explica cómo se debe tratar a un hombre ("Una donna a quindici anni"). Dorabella se convence de que no pasa nada por coquetear un poco y, sorprendentemente, Fiordiligi está de acuerdo. Las jóvenes se reparten a los “extranjeros” y, encajando perfectamente con el plan de Alfonso, cada una elige al pretendiente original de la otra ("Prenderò quel brunettino").
Alfonso ha organizado en el jardín una serenata romántica para las hermanas y, tras aconsejarles brevemente cómo deben comportarse en el cortejo, él y Despina dejan solos a los cuatro jóvenes. Guglielmo, que hace la corte a Dorabella, logra sustituir el retrato de Ferrando con un corazón dorado ("Il core vi dono"). Ferrando, aparentemente, tiene menos suerte con Fiordiligi ("Ah, lo veggio"), pero cuando se queda sola admite culpablemente que el joven ha tocado su corazón ("Per pietà").
Cuando más tarde comparan cómo les ha ido, Ferrando está seguro de que han ganado la apuesta. Guglielmo se alegra al saber que Fiordiligi sigue siéndole fiel, pero no está seguro de cómo comunicar a Ferrando la infidelidad de Dorabella. Muestra a su amigo el retrato que se llevó de Dorabella y Ferrando monta en cólera. Guglielmo culpa de todo a las mujeres ("Donne mie, la fate a tanti!"), pero esto no hace que su amigo se sienta mejor ("Tradito, schernito"). Guglielmo pide a Alfonso que le pague su mitad de la apuesta pero Alfonso le recuerda que el día aún no ha terminado.
Fiordiligi riñe a Dorabella por ser veleidosa pero al final acaba reconociendo que su corazón ha sucumbido al extranjero. Dorabella la convence para que se deje llevar por completo, diciéndole que el amor es un ladrón que recompensa a los que le obedecen y castiga a todos los demás ("È amore un ladroncello"). Cuando se queda sola, Fiordiligi decide escapar y unirse a Guglielmo en la guerra pero Ferrando, motivado por la apuesta, intenta seducirla una vez más y acaba consiguiéndolo.
Guglielmo está furioso y Alfonso le aconseja que la perdone: las mujeres son así, afirma, y un hombre que ha sido engañado solo puede culparse a sí mismo ("Tutti accusan le donne"). Al anochecer, Alfonso le promete encontrar una solución a sus problemas: celebrar una doble boda.
Despina entra corriendo con su plan para una doble boda: las dos hermanas han aceptado casarse con los “extranjeros” y necesita un notario para la ceremonia. Todo está listo para la boda y Alfonso llega con el notario (que una vez más se trata de Despina disfrazada). Mientras Fiordiligi y Dorabella firman el contrato, unos compases militares anuncian el regreso del regimiento de sus antiguos amantes. Aterrorizadas, las dos mujeres esconden a sus prometidos e intentan recomponerse para la llegada de Ferrando y Guglielmo. Los dos soldados llegan aparentemente alegres pero pronto se angustian ante el evidente desasosiego de las damas. Cuando descubren al notario, las hermanas suplican a los dos hombres que los maten. Ferrando y Guglielmo desvelan a las mujeres la identidad de los “extranjeros”. Despina intenta escaparse al darse cuenta de que Alfonso solo la había hecho partícipe de mitad de la farsa. Alfonso pide a los amantes que aprendan la lección y, con un himno a la razón y al entendimiento, el día toca a su fin.
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PAPELES PRINCIPALES
Fiordiligi, Dame de Ferrare habitant Naples (soprano)
Dorabella, Dame de Ferrare habitant Naples, soeur de Fiordiligi (soprano)
Guglielmo, Amant de Fiordiligi (baryton)
Ferrando, Amant de Dorabella (ténor)
Despina, Camériste (soprano)
Don Alfonso, Vieux philosophe (basse)