Durante sus frecuentes viajes a Venecia, los mercaderes de Hamburgo fueron testigos del éxito del primer teatro de ópera público de Europa, inaugurado allí en 1637. En 1678, algunos de estos ricos burgueses, fundarán sobre los restos de un antiguo mercado de aves, un teatro de ópera permanente, el primero en Alemania, algo de lo están muy orgullosos en Hamburgo, a pesar de la furiosa oposición inicial del clero.
Las concesiones a la iglesia condicionaron abiertamente la programación de los primeros años, pero con el tiempo, el fuerte sentimiento nacional que pretendía ignorar la óperas italianas y francesas, se impuso, buscando pronto dar voz a las creaciones alemanas y por lo tanto llegar a una mayor audiencia, a pesar de protestas y debates que agitarán hasta la Universidad de Jena. Haendel fue contratado por la ópera a la edad de 18 años, como violinista y clavecinista. Allí estrenó Almira y Nero en 1705 y Florindo en 1708. En 1721 Telemann fue contratado como director, estrenando más de veinte óperas propias.
En 1738, la sala se declaró en quiebra, y fue demolida en 1763. Un nuevo edificio se construyó en 1765, que también fue subtituido, por el definitivo Neues Stadt-Theater am Dammtor, teatro que verá los estrenos alemanes de Weber, Rossini, Auber y sobre todo Verdi y Wagner. De 1891 a 1897, Gustav Mahler trabajó allí como director, imponiendo una rutina de trabajo, que después de sus años en Viena, será legendaria. Arthur Nikish debutó allí con Tannhäuser en 1901 y Otto Klemperer llevó la dirección musical de la institución, de 1910 a 1912.
Afectados por la crisis económica después de la Primera Guerra Mundial, y con el edificio parcialmente destruido durante la Segunda, la Ópera reabrirá con dificultades en 1946, dando la bienvenida a 600 espectadores, sentados alrededor de lo que quedaba del escenario. Pero la compañía, que cuenta entre sus filas con Hans Hotter, Martha Mödl, Hermann Prey, Elisabeth Grummer o Astrid Varnay, ganará rápidamente reconocimiento internacional.
En la nueva Staatsoper, reconstruida en 1955, brillará como administrador Rolf Liebermann (1959-1973, regresó en 1985), haciendo también de Hamburgo, una meca de la creación lírica contemporánea, recibiendo a Stravinsky (El diluvio), Penderecki (Los diablos de Loudon), Messiaen (Sinfonía Turangalila), Kagel (Staats Theater) o a Henze (El Príncipe de Hamburgo).
Desde 96 €
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Staatsoper Hamburg © Staatsoper Hamburg
Opera
Strauss R. Salome
Con su moderno edificio acristalado y sus atrevidas propuestas, nos puede pasar desapercibido que la Ópera de Hamburgo, con más de trescientos años de historia a sus espaldas, es la más antigua de Alemania. Aquí trabajaron y estrenaron sus obras Haendel y Telemann.