Las bodas de Fígaro (Le Nozze di Figaro)
ópera bufa en cuatro actos con música de Wolfgang Amadeus Mozart sobre un libreto en italiano de Lorenzo da Ponte
Acto I
En la habitación que les ha sido asignada en un palacete cerca de Sevilla, Fígaro y Susana, criados del conde y la condesa de Almaviva, están preparando su boda. Fígaro se enfada cuando su prometida le cuenta que el conde ha intentado seducirla. Está decidido a vengarse de su señor. Aparece el Dr. Bartolo con su antigua ama de llaves, Marcelina, quien también está igualmente decidida a casarse con Fígaro. Ella tiene un contrato: Fígaro debe casarse con ella o devolverle el dinero que le prestó. Cuando Marcelina se encuentra con Susana, las dos rivales se insultan. Susana vuelve a su habitación y entra corriendo el adolescente Cherubino. Al encontrar sola a Susana, le dice que la ama— a ella y a todas las mujeres de la casa. Aparece el conde e intenta, una vez más, seducir a Susana. Cherubino se esconde. El conde también se oculta cuando llega Basilio, el maestro de música. Basilio le dice a Susana que Cherubino está enamorado de la condesa. Esto hace que el conde salga indignado de su escondite. Y aún se enfada todavía más al ver a Cherubino ya que se da cuenta de que este ha escuchado cómo intentaba seducir a Susana. Persigue a Cherubino hasta el gran salón donde se encuentran con Fígaro, quien ha reunido a todo el servicio para alabar las virtudes de su señor. El conde se ve obligado a bendecir la unión de Fígaro y Susana. Para fastidiarlos y para silenciar a Cherubino, el conde le ordena alistarse en el ejército inmediatamente. Irónicamente, Fígaro le dice a Cherubino lo que le espera en el ejército: ni devaneos amorosos ni ropas elegantes ni dinero, solo proyectiles, cañones, balas, marchas y barro.
Acto II
En su habitación, Rosina, la condesa, llora la pérdida del amor de su vida. Animada por Fígaro y Susana, accede a tenderle una trampa a su esposo: mandarán a Cherubino, vestido de Susana, a una cita con el conde esa noche y al mismo tiempo le harán creer que la condesa va a tener un encuentro con otro hombre. Aparece Cherubino y las dos mujeres cierran la puerta y empiezan a vestirlo de muchacha. Mientras Susana entra en la habitación contigua, el conde llama y se enfada al encontrar la puerta cerrada. Cherubino se encierra en el vestidor y la condesa deja entrar a su esposo. Cuando de repente se oye un ruido en el vestidor, el conde duda de la explicación de su esposa, quien le ha dicho que era Susana la que se encontraba en el vestidor. Llevándose a su esposa consigo, sale en busca de herramientas para forzar la puerta. Mientras, Susana, que ha vuelto a entrar en la habitación sin ser vista y ha observado lo ocurrido, ayuda a Cherubino a huir por la ventana antes de ocupar su lugar en el vestidor. Cuando el conde y la condesa vuelven, ambos se sorprenden al encontrar allí a Susana. Todo parece haberse solucionado hasta que aparece el jardinero, Antonio, quejándose de que alguien acaba de saltar por la ventana y ha estropeado sus flores. Fígaro, que acaba de llegar corriendo para anunciar que todo está listo para la boda, improvisa rápidamente y finge cojear, diciendo que ha sido él el que ha saltado. En ese momento llegan Bartolo, Marcelina y Basilio, exponen su caso al conde y presentan el contrato que obliga a Fígaro a casarse con Marcelina. El conde, encantado, declara que la boda de Fígaro y Susana queda pospuesta.
Acto III
Más tarde ese mismo día, en el gran salón, Susana le promete al conde que se reunirá con él esa noche. El conde está encantado pero cuando después oye a Susana conspirar con Fígaro monta en cólera y declara que se vengará. Marcelina, respaldada por un abogado, don Curzio, exige que Fígaro salde su deuda o se case con ella de inmediato. Fígaro le contesta que no puede hacerlo sin el consentimiento de sus padres, a los que lleva años buscando ya que lo raptaron siendo tan solo un bebe. Cuando enseña una marca de nacimiento que tiene en un brazo, Marcelina se da cuenta de que es su hijo, fruto de una relación con Bartolo y al que perdió hace años. Al ver abrazarse a Fígaro y Marcelina, Susana cree que su prometido la ha traicionado pero se tranquiliza cuando le explican la situación. La condesa, sola, rememora su felicidad pasada. Está decidida a proseguir con la conspiración contra su esposo y, junto a Susana, le escribe una carta confirmando la cita que tiene con Susana esa misma noche en el pinar. Cherubino, vestido de muchacha, aparece ahora junto a su novia, Barbarina, la hija de Antonio. Antonio, que ha encontrado la gorra de Cherubino en el jardín, también llega y desenmascara al joven. El conde está furioso al descubrir que Cherubino le ha desobedecido y sigue todavía en su casa. Pero su enfado desaparece al revelar Barbarina que, cuando intentaba seducirla, el conde prometió darle todo lo que deseara. Y lo que desea ahora es casarse con Cherubino. El conde no tiene más remedido que acceder. Se escucha una marcha y toda la casa se reúne para la boda de Fígaro y Susana. Mientras baila con el conde, Susana le entrega la carta, sellada con un broche.
Acto IV
Por la noche, en el jardín, Barbarina está desesperada: ha perdido el broche que el conde le ha encargado devolver a Susana. Cuando aparecen Fígaro y Marcelina, Barbarina les informa de la cita planeada entre el conde y Susana. Creyendo que su novia es infiel, Fígaro despotrica contra todas las mujeres. Se oculta cuando llegan Susana y la condesa, vestidas cada una con la ropa de la otra. Sola, Susana le canta al amor. Sabe que Fígaro la está escuchando y disfruta haciéndole creer que va a hacer el amor con el conde. Después ella también se esconde—a tiempo para ver cómo Cherubino intenta seducir a la condesa disfrazada. El conde persigue al muchacho y lo echa, pues quiere estar a solas con la mujer que él cree ser Susana. Fígaro, que ya se ha dado cuenta de lo que está ocurriendo, se une a la broma y declara su pasión por Susana disfrazada de condesa. Vuelve el conde. Al encontrar a Fígaro con su esposa, o al menos eso es lo que él cree, monta en cólera. En ese momento, la verdadera condesa revela su identidad. Avergonzado, el conde le pide perdón. Tras unos angustiosos momentos de duda, ella lo perdona y las dos parejas vuelven a estar juntas.
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Papeles principales
Conde Almaviva (barítono)
Condesa Almaviva (soprano)
Fígaro, su sirviente (barítono bajo)
Susana, su criada (soprano)
Cherubino, paje de la condesa (mezzosoprano)
Marcelina, gobernanta (soprano)